miércoles, 26 de septiembre de 2012

Caminar y pensar

Continuando con las recomendaciones para llevar una vida más relajada y reflexiva hoy vamos a tratar, haciendo además honor al título del blog, el tema del caminar.

En la anterior pincelada hablábamos sobre el origen de las ideas, un origen que podemos encontrar en casi todas partes, fuera de nosotros; fuera, sí, porque de dentro no surge nada, salvo el producto de poner en relación unas ideas con otras, que no es poco. En esta pincelada vamos a tratar de cómo favorecer esa puesta en relación.

Pensar filosóficamente consta de dos momentos claves: el momento creativo y el momento reflexivo. En el primero es cuando surge la idea, que puede proceder de fuera (descubrimiento) o de la puesta en relación de ideas que veníamos rumiando más atrás (creación, propiamente dicha). En el segundo, el momento reflexivo, es cuando la nueva idea se estudia, sopesa, se pone en relación con otras muchas; este momento exige un trabajo más sistemático y, casi siempre, por escrito. Ya trataremos más adelante el tema de la escritura, baste decir por ahora que escribiendo, y leyendo lo anteriormente escrito por nosotros mismos, evitaremos caer en las contradicciones lógicas (primera norma del pensamiento filosófico).

Caminar es una actividad que favorece el primer momento, el creativo: favorece la asociación de ideas, la puesta en relación de unas ideas con otras. Este proceso no es puramente lógico (por eso es necesario después el momento reflexivo) y por ello necesita de actividades variadas en las que la atención cambie el foco de vez en cuando. Pocas veces se nos ocurren ideas geniales cuando nos sentamos a pensar. Estas ideas siempre llegan en los momentos más inesperados (conduciendo, caminando por la calle, corriendo por el parque, haciendo la comida...), cuando estamos realizando ciertas actividades que, aunque nos permiten ir pensando, exigen cierta atención en la propia actividad; no en vano el "ir ensimismados" es un poco peligroso pues podemos tropezar, etc.

Caminar por la calle ofrece un sin fin de estímulos al pensamiento, varios por cada persona que se nos cruza. Caminar por el campo es algo más relajado para la vista y el oído y, en este sentido, favorece algo más la actividad de pensar, de poner en relación cosas que hemos visto, oído, leído, mientras estábamos en la ciudad, pero sin que nos asalten nuevos "estímulos ciudadanos".

Si leemos Pasear, de Thoreau (uno de los libros recomendados), observaremos en él una actitud bastante mística y romántica: pasear lo más lejos posible de la civilización, sin pensar en cosas de la civilización, sino dejándose imbuir por el espíritu de la naturaleza, de lo salvaje. Es una posibilidad, a veces necesaria, terapéutica. Pero no será esto lo que nosotros recomendemos. No es necesario tanto romanticismo para caminar por el medio natural (incluso rural) y poder percibir nuestro enraizamiento en la naturaleza; es más, basta con salirnos un poco de los caminos más transitados para sentir nuestra pequeñez y fragilidad dentro del bosque o ante la montaña. Esta sensación, por ejemplo, debería bastar para hacernos recapacitar no sólo sobre la pequeñez frente a la naturaleza, sino frente a todo tipo de relación social: ¿somos pequeños y débiles frente a los demás? No siempre, ¿cuándo lo somos, o nos creemos que lo somos? ¿Cuándo somos (o nos sentimos) pequeños frente a la naturaleza? Preguntas como estas pueden surgirnos cuando caminamos por el campo... Y de las respuestas que nos demos dependerán nuestras actitudes.

No obstante, tampoco es necesario ir por el campo haciéndose preguntas como las anteriores, que rozan la metafísica. Podemos ir pensando en cuestiones más prácticas como, por ejemplo, la educación de nuestros hijos: ¿cuándo hay que darle los caprichos al niño? (dado que estaremos de acuerdo en lo perjudicial de dárselos siempre y en lo de no dárselos nunca). Y para contestar a esto no nos basta con acudir a la psicopedagogía, porque escuelas psicopedagógicas hay a montones, para todos los gustos y, evidentemente, enfrentadas entre ellas. En fin, que por pensar, se puede ir pensando en cualquier cosa.

Lo que sí es bueno es hacerlo habitualmente, primero por el hecho de pensar, pero también por el mero caminar en sí, por el ejercicio físico. Pero este tema lo dejaremos para la próxima pincelada, que si no esto ya va a parecer un cuadro entero.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Atentos a las ideas

Como ya dijimos en la presentación, la filosofía es el arte o la técnica de poner en discusión distintas ideas o conceptos (sobre las cosas, las personas, las situaciones...), ideas o conceptos que no por ser todas ellas verdaderas han de ser coherentes entre sí; de hecho históricamente la filosofía surge porque esas ideas no son compatibles y han de ser cribadas, criticadas.
Por lo demás, esto es algo que hacemos todas las personas, no es exclusivo de sabios ni mentes privilegiadas: cuando nos llega una nueva idea (argumento, etc.) se disparan las alarmas y desplegamos toda nuestra artillería de argumentos preparados para el tipo de idea en cuestión; rara es aquella idea que penetra nuestra línea defensiva.

Sin embargo, con esta actitud podemos perdernos multitud de matices de esas nuevas ideas que surgirían o se manifestarían si las dejáramos arraigar en nosotros. Esta metáfora de la jardinería es más fructífera que la militar. Podemos reformular el párrafo anterior del siguiente modo: cuando se nos plant(e)an nuevas ideas sacamos los aperos de limpieza y arrancamos esas "malas hierbas". Pero hay otro modo de enfrentarse a ellas: dejando que crezcan controladamente, podando aquí y allá... Quién sabe si entre las malas hierbas surge una bonita flor.

Cuando alguien nos sugiere algo, deberíamos tomarnos nuestro tiempo para estudiarlo, sin entrar rápidamente a denostarlo con argumentos preconcebidos. Esto ciertamente es díficil, no sólo porque no estamos acostumbrados a hacerlo, sino porque de hacerlo, el suelo ideológico (el conjunto de ideas), sobre el que nos apoyamos, muchas veces temblará, y cuando el suelo tiembla, sobreviene el vértigo.

Y es que, además, las fuentes de nuevas ideas, conceptos, argumentos, consejos, juicios, etc., están por todos los lados: en las personas cercanas (niños incluídos), en las canciones, novelas, películas, Twitter, blogs... Incluso en los reality shows. Sólo hace falta estar atentos y escuchar, y cuando algo nos llame la atención intentar retenerlo para analizarlo más tarde (apuntarlo, por ejemplo), si es que queremos continuar con lo que estábamos haciendo, porque también podemos sopesarlo en el momento, observarlo desde el mayor número de puntos de vista posible. Y sobre todo, cuando se trata de cuestiones prácticas, hay que ver cómo nos puede servir a nosotros, qué nos está diciendo de nuestra vida.

Ayer, por ejemplo, vi en la televisión la película Di que sí, con Jim Carrey de protagonista, una divertida película sin grandes pretensiones filosóficas, aunque sí con cierta moraleja New Age ("di que sí a la vida y la vida te sonreirá") que en cierto momento del film se trata de desmontar o, al menos, matizar, porque claro, la vida (de uno mismo) como tal es el conjunto de relaciones sociales y situaciones que se nos van planteando y no se puede decir que sí a todo, sino sólo a aquello que de verdad se sienta; pero si se siente, no hay que tener miedo, hay que decir sí. Esto por un lado. Por otro, en cierto momento, la protagonista le dice a Carrey: "La vida es un patio de recreo. Todos lo sabemos, pero en algún momento de nuestras vidas lo olvidamos". Bonita forma de decir que estamos en este mundo para pasárnoslo bien, para disfrutar. Sin embargo, es esta una sentencia que, como todas, habría que matizar, habría que estudiar, ponerla en relación con otras sentencias, pues así en abstracto no la podemos llevar a la práctica. Vendría a decir algo así como "haz todo aquello que te divierta". Bueno, sí, hazlo pero dentro de un orden, por ejemplo, no te diviertas maltratando al prójimo, no descuides tu situación económica o dejarás de disfrutar, no abuses de las drogas o también dejarás de disfrutar... Todo muy de sentido común. Menos de sentido común (y menos fácil) es entenderlo como "intenta disfrutar de todo aquello que hagas, aunque no sea divertido": ¿el trabajo te aburre? cambia el foco; piensa, por ejemplo, en la labor social que supone ese trabajo, en las personas que usan lo que fabricas, o que usan tus servicios; si estás atendiendo a la gente puedes fijarte en sus caras e intentar adivinar cosas de ellos...

En fin, esto es sólo un ejemplo de cómo encontrar material de filosofía práctica en casi cualquier sitio. Sólo hemos de estar atentos a lo que nos dicen... Y, como dice mi mujer, "no sólo a lo que nos dicen, como si las ideas solo pudieran trasmitirse hablando; hay que estar atento con los cinco sentidos. Atención como actitud vital. No es sólo escuchar las ideas que nos cuenten otros, también hay que mirar lo que hacen, pues se suele aprender mucho más. Estar atento a los estímulos externos e internos nos vuelve mas creativos y convierte la vida en un espectáculo". Además, por otra parte, esto mismo es lo que nos pretenden decir, de un modo más místico y oscurantista, todos esos libros, revistas y conferencias de la New Age con su "Consciencia", "Abre la mente" y eslogans por el estilo.

La filosofía o, al menos, el material para filosofar, está en todos los sitios (en los muros, en los anuncios, comics...). Podrá cosiderarse por los puristas "filosofía barata", pero al común de los mortales quizá le enseñe mucho más que la Crítica de la razón práctica, de Kant; igual que Frank de la Jungla enseña al común más zoología que los tochos de Darwin o Margulis. Qué le vamos a hacer.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Presentación

Con este título de un libro de Nietzsche, El Caminante y su Sombra, pretendemos iniciar un proyecto de asesoría filosófica basado en dos tipos de actividades:
  • A nivel público iremos dejando en este blog una serie de pinceladas de filosofía práctica.
  • A nivel privado (aunque todavía no está disponible este servicio), podremos concertar sesiones itinerantes de asesoramiento filosófico.
El término "caminante", pues, alude de modo figurado a que toda persona transita por el camino o los caminos de la vida en los que a veces necesita de una sombra que (al igual que en el libro de Nietzsche) le proporcione respuestas o simplemente le haga las preguntas que la persona misma contestará..

Pero también alude de modo propio a todo aquel que quiera acompañarnos en las sesiones itinerantes, pues en la más estricta tradición aristotélica lo que haremos será caminar por el medio natural (campo, montaña) y hablar sobre problemas y cuestiones de filosofía práctica.

¿Por qué "filosofía práctica"? ¿Por qué no teórica ni política? Con "filosofía práctica" queremos significar el conjunto de ideas que poseemos sobre todo aquello que nos es más cercano y con lo cual nos relacionamos a diario, en la práctica del día a día: cosas, personas y situaciones ante las que actuamos de un modo "programado", sin pensar demasiado. Esta "programación" conlleva una serie de ideas o conceptos que muchas veces es necesario revisar. ¿Para qué? Para intentar vivir un poco mejor: intentar ser un poco más felices, ser un poco mejores personas o, simplemente, sentirnos más a gusto con nosotros mismos. En este sentido poco puede hacer la filosofía teórica (¿existe Dios?, ¿somos alma?, ¿somos materia?, ¿somos sólo fruto del azar?) o la filosofía política (¿sería mejor un sistema socialista? ¿anarquista? ¿es el hombre un lobo para el hombre?).

¿Y por qué caminar? ¿No se puede hablar de estas cosas en un despacho o en un bar tomando unas cañas? Se puede y de hecho se hace; la mayoría de asesorías filosóficas se realizan en despachos y la mayor parte de las veces que se tratan estos temas (fuera de las asesorías) se hace con personas conocidas tomando unas cañas. Sin embargo creemos por un lado en el dicho latino "mens sana in corpore sano" (es necesario hacer un poco de ejercicio para mantener la mente despierta) y por otro creemos en la necesidad de salir un poco de la gran ciudad, fuente de gran parte de nuestros problemas (estrés, sobre todo); es necesario respirar aire puro, oxigenar el cerebro, tomarnos con calma un día, una mañana o una tarde para caminar y pensar.

Muchos de los grandes pensadores daban largas caminatas durante las cuales se les ocurrían las ideas: Aristóteles con sus alumnos, Kant, Thoreau... ¿Qué hacía Newton debajo del manzano? Descansar durante su paseo, por supuesto. Pero además, nuestra concepción de una vida "buena" conlleva la necesidad de realizar un ejercicio físico moderado con el cual liberar las tensiones a que nos somete la vida diaria (aunque bien es cierto que estas tensiones dependen de cómo nos tomemos esa vida) o con el cual pasar simplemente un rato de ocio poniendo el cuerpo en actividad, poniéndonos "en forma".

Consideramos, además, que el ejercicio físico es una de las piezas fundamentales de nuestra filosofía práctica no solo por lo anteriormente dicho, sino porque es una de las actividades en las que es más fácil ejercer la facultad de la Voluntad, esta sí, eje principal de nuestra filosofía. La filosofía práctica es la "filosofía del hacer", y para hacer cosas se requiere voluntad; se requiere incluso para pensar: no basta con reconocer (como todos sabemos gracias a los libros de autoayuda) que debemos dar más valor a lo que tenemos que a lo que nos falta, porque eso se olvida en la vorágine diaria; lo que hay que hacer todos los días es un ejercicio de reconocimiento de esas cosas que tenemos para observar lo valiosas que son. Sólo se retiene lo que se ejercita. El entrenamiento o "coaching", como se dice actualmente, no es sólo físico, sino también mental e incluso emocional.

No obstante, no queremos que nuestra labor se confunda con una terapia psicológica, aunque pueda paracérsele bastante; no es una terapia puesto que ni sabemos ni pretendemos curar patologías psicológicas. Nuestras sesiones están dirigidas a personas mentalmente sanas que tienen, como todos tenemos, dudas sobre su vida; lo que pretendemos es dotar a esas personas de ciertas herramientas con las cuales manejarse algo mejor, abrir nuevos puntos de vista sobre los problemas a tratar, etc.

Por lo que toca a las pinceladas publicadas en el blog:

1.- No están concebidas como un curso de autoayuda, sino como una constelación o nube de ideas; sin embargo, un buen método para intentar ponerlas en práctica (sin necesidad de llevar un orden) es el de, cada día, reflexionar sobre una de ellas y proponerse llevarla a cabo.

2.- Quedáis todos (y todas) invitados a participar con vuestros comentarios. Dichos comentarios serán revisados previamente a su publicación y solo se publicarán aquellos que aporten algún punto de vista nuevo a lo ya dicho por nosotros y por los anteriores comentaristas. Rogamos, pues, que antes de lanzarse a escribir se lean los comentarios ya publicados. Sin embargo no es necesario que os mostréis siempre complacientes y de acuerdo. La filosofía es un ejercicio de discusión, de modo que os animamos a que disintáis sobre lo escrito y nos abráis nuevos caminos, que aportéis nuevas dudas... Escribe Punset en uno de sus libros, Adaptarse a la marea, que "el cerebro de los homínidos no soporta la incertidumbre", pero es que en cuestiones filosóficas la incertidumbre está siempre presente; precisamente a algo a lo que tendremos que acostumbrarnos, para vivir mejor, es a soportar la incertidumbre: no siempre sabremos si hubiera sido mejor tomar la opción alternativa, no siempre sabremos si será mejor un camino que otro. Las decisiones hay que tomarlas bajo criterios morales y experienciales, pero eso no nos garantiza el éxito.

Tendremos también que aprender a tolerar el fracaso, darnos nuevas oportunidades...

Os invitamos, pues, a compartir todo esto con nosotros.

Francisco Rosa.