Es cosa digna de fijar la atención lo que en nuestro siglo acontece; la filosofía constituye hasta para las personas de mayor capacidad una ciencia quimérica y vana que carece de aplicación y valor, así en la teoría como en la práctica. Entiendo que la causa de tal desdén son los ergotistas que se han apostado en sus avenidas y la han disfrazado, y adulterado. Es error grande presentar como inaccesibles a los niños las verdades de la filosofía, considerándolas con tiesura y ceño terribles; ¿quién ha osado disfrazármela con apariencias tan lejanas a la verdad, con tan adusto y tan odioso rostro? Nada hay, por el contrario, más alegre, divertido, jovial, y estoy por decir que hasta juguetón. No pregona la filosofía sino fiesta y tiempo apacible; una faz triste transida proclama que de ella la filosofía está ausente.
Michel de MONTAIGNE, "De la educación de los hijos",
Ensayos, Libro I, cap. XXV.
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